La librería Pérez Galdós, el elefante blanco o una tienda donde el tiempo parece haberse detenido transportándote a otra época son algunos de los comercios con los que me encuentro de camino a clase.
Pequeños universos atrapados entre cuatro paredes.
Asomarse a sus escaparates es como contemplar un mundo fantástico, desconectando por un momento de la realidad. Es como entrar en un viejo desván lleno de antiguas historias, secretos y misterios y quedarse suspendido en el tiempo mientras allá fuera, el mundo se mueve frenéticamente en una absurda carrera hacia la nada.
3 comentarios:
Vaya lugar magico.Un autentico museo donde peligrareian los ahorros.Este es uno de esos espacios que me fascina tropezarme.Apuntaré la referencia.
Y dime de quién es esa nariz de pino.
Dime si no llevamos todos adentro un padre a quien se le concedió el deseo de dar vida a una marioneta.
En ese mundo absurdo, allá afuera, no existen las hadas y los padres sólo son capaces de urdir atisbos de lo que desean.
Y dime de quién son esos ojos que miran.
Son estrellas. Lo sé, porque me lo concedió un hada.
Para ti.
Un abrazo
Chuff!!
:O
¡Quiero ir a goler!
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